En una Iglesia, Gabriel se confiesa arrepentido de los pensamientos sexuales que tiene con niños. Un sacerdote lo escucha atentamente. Cuando comienza a disfrutar del relato, Gabriel le revela que toda la confesión es una mentira y que su verdadera intención es provocarlo e increparlo. Gabriel se marcha libremente de la Iglesia, dejando abierta la pregunta de quién confesó a quién