Marc-André Leclerc, un escalador excepcional, ha hecho del solitario su religión y del hielo su patria. Cuando el cineasta Peter Mortimer comienza su película, coloca su cámara en la base de un acantilado de la Columbia Británica y espera pacientemente a que el escalador estrella baje para responder a sus preguntas. Marc André, un poco incómodo, prefiere regresar a las profundidades del bosque donde vive en una tienda de campaña con su novia Brette Harrington. En pleno invierno, Peter filma solos vertiginosos sobre hielo frágil. Intenta concertar citas con el escalador, que nunca está allí y no parece muy preocupado por esta cámara que le apunta. Para mí, no sería un solo si hubiera alguien más. Marc-André es, pues, la luz pura de los montañeros de su tiempo, que maravillan a Barry Blanchard, Alex Honnold o Reinhold Messner, entrevistados en la película. Una película de acontecimientos para un personaje extraordinario.