Cruella de Vil logra salir de la cárcel después de someterse a un tratamiento con el que parece haberse curado de su obsesión por las pieles y el abrigo hecho de dálmatas. Pero el tiempo pasa y las auténticas aficiones y perversiones vuelven a manifestarse con todo su esplendor, sobre todo cuando aparece una hermosa perrita dálmata sin manchas, la número 102